¡NO OLVIDAR! Tratan de meternos en un bosque gris y agrietado, de vivir en la trágedia ajena y de ecos que quieren una guerra constante con nosotros mismos. ¿Será que todo vuelve? Será que cuando vuelve, vuelve mucho más.
Puede fallar
Un blog perfecto para las imperfecciones
sábado, 12 de noviembre de 2011
Low battery.
miércoles, 9 de noviembre de 2011
Lunática
Fue esa noche, la noche en que la luna la despertó. En un filo de la ventana entreabierta, se filtró un reflejo de la luna, le dio en mitad de la cara haciendo que arrugue los ojos. Había podido conciliar el sueño, de aquel día tan abrumador, esos días en que la ciudad colapsa en un simple suspiro y explota todo en tu cabeza, esos días que no querés existir, y ser una partícula más en una galaxia desconocida. Se levantó enojada, corrió la cortina y cerró bien la ventana, quedando exenta del brillo de aquel satélite natural, varado en mitad de la galaxia. Dio repetitivas vueltas sobre su cama, ya destendida. Un tanto molesta, haberse dormido había sido toda una hazaña, un éxito que el sueño se haya apoderado de sus sentidos y de su cabeza colapsada, un sueño que no duró mucho, un sueño vulnerable al brillo de la luna en esa noche sensacional… Pero a ella no le importaba el espectáculo de luces que el cielo le estaba regalando, ella quería dormir y hundirse en un sueño lejos de la realidad que estaba viviendo en aquellos días. Hacer que su cabeza deje de hablar, y de pasarle facturas amargos momentos que había vivido. Eran de nuevo esas noches, densas que mataban al compás de un reloj agrietado, pesadas como metales y largas como una ruta… En dónde rondaban fantasmas de agrios errores que no quería recordar, en dónde proyectaba un film en su cabeza de rostros innombrables y corazones pulverizados. Solo la acompañaban largos cigarrillos, exhalando un humo gris, lleno de tristezas y plegarias… Rogando que esos remordimientos que le aceleraban los latidos, se deshagan como el humo. Aquella noche cuando la luna la levantó de ese sueño frágil, fue la noche de las mil y un lágrimas, de acomodarse las ideas, que no servía de nada vivir en un mundo de sueños forzados por pastillas, esquivando las encrucijadas que la vida había puesto ante su nariz, el mal trago ya había pasado… Pero los efectos repercutían en el momento que el cielo se tornaba color naranja, dónde el sol se escondía en el horizonte y la luna brillaba e iluminaba todo el cielo. La noche era un arma de doble filo, era la directora de una secuencia de malos ratos, vueltas en la cama y tabaco que volvía cada vez más amarillos sus pulmones, y su vida más negra. Esperaría a que amanezca, a que conozca un hombre que la rescate de esa situación, y llene su cabeza de flores y perfumes nostálgicos, que la haga olvidar de la pesadilla de aquella noche. Esperaría a que el sol la abrace con sus rayos cálidos, y la luminosidad del día, refleje en sus pupilas y seque sus lágrimas. Esa noche en dónde la luna fue testigo de sus rezos y desolación, en dónde el príncipe no era príncipe, simplemente un joven egocéntrico y soberbio, guardaría su espada ficticia y volvería al cuento del que nunca salió. La realidad y los recuerdos están en su cabeza siempre, pero la noche es un imán de desgracias que acumula todo lo negro y la apuñala en frente de las estrellas. Esa noche, que la luna la miró, se dio cuenta que de nada servía perderse tan bella noche por cosas que se habían encarnado, que se habían vuelto una cicatriz. Cuando la vida y sus asesinos marcan esa cicatriz en nosotros, no es motivo para detenerse y conmemorar todos los viejos sucesos, no sirve de nada hacer duelos constantes, si ese muerto no va a revivir. Esa noche fue la última y primer noche. Última que sufría por viejas fragancias que seguía inhalando y se pegaban en sus atuendos y alma, y primera que contemplaba tanto el misterio luminoso de esa luna. Y las noches nubladas, cerraría su ventana, y con sus ojos cerrados suaves como un ala de mariposa, imaginaría la luna en su ventana, serena y brillante, cómo la de aquella noche… La noche en que la luna la despertó.
¡NO OLVIDAR! De repente, en el momento más insólito... La luna me asobró con su brillo descomunal, fascinandome como una ilusión, cómo un espejismo, fabulando un Oasis en mitad del desierto. El caudal de la imaginación no tiene fin, al igual que el brillo de la luna...
martes, 8 de noviembre de 2011
Mirando un martes, con ojos de viernes.
¡NO OLVIDAR! Cuando la tormenta se desata, no nos refugiemos y nos conviertamos en amargados espectadores. Cerremos las ventanas, y salgamos afuera. Ya ven, la esencia de la vida no es cómo sobrevivir una tempestad, sino de bailar bajo la lluvia.
domingo, 6 de noviembre de 2011
Mambo dominguero.
¡NO OLVIDAR! Es adorable y magistral, la sensación al recordar pasados resientes y extrañables, pero ¿Quién quiere regresar? No, no debemos regresar, porque lo que cuenta es aprender. No siempre está perdido aquello que no fue... ¿Que aprendimos? Simplemente a vivir el momento.